Pensar en Movimiento

El cómo nos plantea la sociedad  su idea de cuerpo está lleno de tabúes, miedos, distancias y prejuicios. El cuerpo vive la experiencia de la crisis en un medio lleno de muros que nos divide exterior e interiormente. Por esta razón me parece importante que la inclusión no este limitada a pensamientos paternalistas sobre cuerpos que la medicina, la psicología y la sociedad han separado, estigmatizado y señalado. Cuando hablamos de inclusión es porque la exclusión está presente y no únicamente en los grupos señalados como vulnerables, sino que de alguna forma toda persona se  encuentra en alguna situación clasifica ble para el sistema.

Toda persona que se inicia en la danza puede llevar su cuerpo de una manera saludable fortaleciendo su autoestima, reconociéndose, aceptándose, y afianzando las habilidades. La danza le ayudará a afinar y ampliar la percepción del propio cuerpo, dándole la oportunidad de descubrir diferentes posibilidades de movimiento y abriéndole una gama amplia de formas de bailar.

Estamos logrando que las personas tengan un espacio para el cuerpo, para el dialogo, para la reflexión y el debate sobre algunos temas en relación a la diversidad, discapacidad e inclusión. Uno de nuestros objetivos es que la gente a través de la práctica de la danza vaya disminuyendo las distancias y con ello los prejuicios que se tiene instalado en la mente y se vuelve visible en las acciones del cotidiano.

¿Qué cuerpo es “normal”, que cuerpo es completo, que  es un cuerpo inconcluso?

Cada vez reafirmo que la danza es danza y no interesa que cuerpo lo baile,  lo exprese y lo construya. Porque para la danza todo cuerpo es posible y todo cuerpo existe. Esta experiencia del danzar ha hecho que cambie en mi aquel concepto equivocado que la sociedad sigue manejando de lo que debe ser normal.  En la danza lo diferente se convierte en riqueza danzada, en movimiento autentico y en relaciones que se construyen desde lo sensorial. La piel se abre para recibir al otro, para acompañarlo y desde el silencio construir danza. Convivir  con cuerpos distintos, con cuerpos que juegan, con cuerpos que aman, con cuerpos que cambian, con cuerpos que dejan, con cuerpos que migran, con cuerpos que tienen miedo, con cuerpos que bailan y que cuando lo hacen reafirman lo importante que es la vida del ser humano. Las experiencias con la que el ser humano llega a la danza, el cuerpo lo convierte en discurso corporal, en expresión vital en coreografía, en reconocimiento, en sanación y en fortaleza.

Cada día reafirmo que la inclusión de las personas se encuentre o no en situación discapacidad, le aporta un montón a los procesos creativos, formativos, educativos y dancísticos. Las personas que no necesariamente vienen del ámbito de danza “profesional” logran compartir perspectivas distintas, aportando desde su propia visión que tienen del mundo y ofreciendo una mirada diferente de lo que es ser un bailarín en la actualidad. Ya es tiempo que dejemos de lado modelos de convivencia exclusiva para algunos y excluyentes para otros, donde el ciudadano diferente no entra yno calza. El danzar es ya una forma política de reacción contra todo daño, contra toda dictadura, contra cualquier maltrato que al cuerpo se le pueda hacer. Pensar que el “otro cuerpo es posible” es visibilizar su derecho a bailar y expresarse para de esta forma  construir una sociedad saludable, donde todos podamos tener la igualdad de oportunidades. La danza tiene mucho poder porque a lo largo de la historia ha hecho que los pensamientos se transformen en ideas bailadas que cuestionan las políticas fronterizas, aquellas que hace que la voz se paralice, pero no el cuerpo, el cuerpo se enfrenta y lucha en todo tipo de crisis y contextos. La danza me ha permitido ampliar un pensamiento reflexivo y crítico de la sociedad en la que habito. Aquella conciencia de la que tanto se habla en los espacios de danza, no solo puede ser para desarrollar una técnica para bailar, sino que aquella consciencia tiene que ser un hábito en el cotidiano de nuestra vida con el otro.

La danza tiene un poder exquisito que se desenvuelve con libertad por los espacios de la prohibición y la vigilancia. El cuerpo que baila no se paraliza ante el miedo. Los bailarines se resisten a dejar de moverse, luchan por vivir con libertad en contextos de dictaduras. Cada espacio que habita se impregna de historia, de memoria y significado. Ese cuerpo va en oposición al sistema represivo y se enfrenta a él, rompe las fronteras y genera confianza, expandiendo vínculo y creando lazos desde el sentido de la piel. La danza de un creador alza la voz y expande su pasión por las esferas de la sociedad adormecida.